
Por Patrick Espejo
La figura indiscutible del vóley peruano es Natalia Málaga. Fue estrella en los años 80. Baluarte en los 90, se mantiene en actividad y acaba de salir campeona con el Regatas. Pero es también asistente de campo de la selección de mayores y en breve asumirá el reto de ser la entrenadora de la selección juvenil. La doña no se pone bárbara para responder cada una de las interrogantes de Deporte Total.
Ni la prensa sabe. ¿Tienes idea de cuántos títulos posees?
Ni yo lo sé. La verdad es que estoy muy contenta porque el equipo no comenzó muy bien el campeonato, en especial porque teníamos a muchas chicas entrenando con la selección.
¿Cómo es un día típico en la vida de Natalia?
Comienza a las siete de la mañana cuando salgo de casa a dejar a mi hija al colegio. En las mañanas, si no hay entrenamiento, me voy a ver a mis otros hijos, a mis caballos. Esa es mi pasión. Si hay entrenamiento doble con la selección, me vengo a El Olivar. Salgo disparada a la 1 p.m. para ir a recoger a mi hija. Trato de estar con ella en los ratos que me dejan mis otras obligaciones. Regreso a entrenar y vuelvo a casa a eso de las 8:30 p.m. muerta de cansancio.
Sin tiempo para reuniones, visitar amistades o, incluso, encontrar un novio.
Uyyy eso está más difícil. No suelo salir porque, después de todo lo que hago en un día, en las noches me duermo muy temprano. Salgo de vez en cuando, por el cumpleaños de alguna amiga, no más.
No me imagino a Natalia Málaga, la mujer que vemos con carácter fuerte, de ama de casa.
Pero sí lo hago. Es solo que esa parte de mi vida no sale en cámaras. Llego a casa, arreglo cosas, veo las cuentas que hay que pagar, estoy con mi hija para ver sus tareas, qué pasó en el colegio. En una cancha es distinto.
Ahora eres asistente del técnico y pronto asumirás la selección juvenil. Casi no vas a tener tiempo para jugar.
Sí, me gusta la idea de dirigir. Sobre lo otro, trataré de hacer todo porque jugar todavía me encanta.
¿Te ilusiona estar en el banquillo como DT y no como asistente?
Lógicamente es una motivación. Pienso que si los dirigentes me han escogido para estar allí es por mi capacidad y mi conocimiento en el deporte, son conscientes de que lo puedo hacer bien. Al comienzo, no lo puedo negar, me sorprendió, pero lo asimilé y me gustó. Después del Sudamericano de Mayores haríamos la primera convocatoria oficial.
¿No te parece raro que muchas chicas de tu generación, de ese grupo maravilloso que trajo medallas mundiales y olímpicas, no estén en selecciones?
Eso es algo que yo no puedo contestar. Los dirigentes quizá, los de antes, no confiaron en la capacidad de una Gina Torrealva, que es buenísima, Denisse, Cenaida o la misma Cecilia. En otros países se ha hecho con mucha frecuencia, pero aquí no. Y mira, ahora me llega la oportunidad a mí. Eso es algo que nunca entendí. Ahora me toca a mí demostrar que mi generación sí puede seguir aportando al vóley peruano.
¿Tienes algún pendiente en el vóley?
¡No! Hice todo lo que quise hacer y estoy orgullosísima y satisfecha por todo lo que viví antes de llegar acá. Jugué cinco años en Italia, fui llamada a jugar en Brasil hasta hace unos cuantos años, incluso tuvimos con Rosa García la oportunidad de jugar en la Liga de Corea. Fue en 1984 después de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, Manbo nos mandó para allá.
¿Quizá solo faltaron los títulos internacionales? Segundas en el mundo, segundas en las olimpiadas, segundas en los Panamericanos
Puede ser, pero igual llegamos a donde ningún otro deporte llegó. China era fortísima en el Mundial del 82, las rusas remontaron increíblemente en Seúl y en los Panamericanos siempre teníamos a las cubanas, altísimas, por encima de nosotras.
Tu carácter lo aprendiste de Mr. Park
¡Por favor! Man Boc era un hígado. Le teníamos más miedo que a nuestro papá. Los enamorados tenían que esperar en la esquina, tapados, porque él no podía verlos. Si veía a chicos rondando, nos hacía entrenar más.
Curiosidad periodística. ¿Alguna vez lo viste llorar?
Una vez. En Seúl, después de la derrota en la final. Todas lloramos en el camerino y él no pudo ocultarlo. Se quebró, como todas nosotras.
¿Alguna vez te has peleado en una cancha?
De pelearnos a puño no, pero sí nos hemos dicho de todo. Si buscabas, de hecho encontrabas. Las cubanas eran las más bravas.
¿Y con Mirtha Uribe?
Estuve metida por un tema de idioma. Como Mr. Kim no habla el español y Manbo lo mastica, fui yo la encargada de salir a los medios y explicar por qué ella no estaba en la selección.
¿Y por qué no estaba?
Decisiones del cuerpo técnico. Eso se dijo y es lo oficial. Las declaraciones posteriores no ayudaron, pero ya está.
¿Crees que te desgastó la pelea con Mirtha?
Me gané tremendo lío. Aparecí como que yo era la mala, la que la había sacado, la que tuvo que decir que ella no estaba a la altura de la selección, que bajó su rendimiento.
¿Y alguna vez te ha tentado la política?
Me llegaron a llamar hasta en tres ocasiones la gente del Apra, pero la política no es lo mío. Yo quiero mi tiempo libre, mis caballos, el vóley, mi familia, pero en política soy un cero a la izquierda.
Muchos tienen esperanza en el grupo de chicas que quedó sexto en Tailandia hace un par de meses. ¿Son ellas las llamadas a sucederlas?
Deberían ser, aunque, hablando sin apasionamiento, a ellas les falta bastante. Yo sé que el país se entusiasmó con ellas, pero técnicamente aún les falta bastante. Hay chicas altas, algunas de las cuales han sido invitadas al equipo de mayores, pero quiero mucha más entrega. Vivian Baella tiene que asumir el rol de líder en el campo. Allí entraré a tallar yo, pues estará a mi cargo.
¿Podrían ellas llegar a donde estuvieron ustedes?
Eso quisiéramos muchas, pero depende también de hasta cuánto quieran dar ellas mismas y de lo que se planifique con el presidente de la federación, darles partidos, giras, competencias.
Solo nos queda decir: tiembla vóley que llega “Doña Bárbara”
Me mato de la risa con ese apodo. Tú sabes que voy por la calle y la gente me grita eso y yo, ahora, ya volteo y saludo. Me mato de la risa. Incluso saliendo del entrenamiento, los chicos del colegio que está en la esquina me gritan lo mismo. He dejado de ser “Naty” y ahora soy la mala, “Doña Bárbara” ja, ja.
PERÚ
29/08/09
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